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Cuando la abuela parte: el dolor, la unión y el sentido de seguir adelante.

  • psicovivianbetancu1
  • 29 jul
  • 3 Min. de lectura

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La muerte de un ser querido es, sin duda, uno de los momentos más complejos y transformadores que puede atravesar una familia. Nos enfrenta de manera abrupta con la fragilidad de la vida, con el dolor de la ausencia, y muchas veces también con emociones no expresadas, historias inconclusas o vínculos que quedaron heridos. Sin embargo, también puede ser un momento de conexión, de reflexión y de profunda transformación emocional.

La muerte nos cambia, pero no borra lo vivido

Cuando alguien a quien amamos parte, no solo se va su presencia física. También se abre un vacío en nuestras rutinas, en los espacios compartidos, en las conversaciones cotidianas, en los gestos y hasta en los silencios. Y en medio de ese vacío surgen muchas emociones: tristeza, enojo, culpa, miedo… todas válidas, todas humanas. Lo importante no es reprimirlas ni negarlas, sino reconocerlas y permitirnos sentirlas con libertad y compasión.

El duelo no tiene una única forma. Cada persona lo vive a su manera y a su ritmo. Algunas necesitan hablar, otras estar en silencio. Algunas lloran a solas, otras buscan compañía. Lo fundamental es entender que no hay una manera "correcta" de vivir el duelo, pero sí hay algo esencial: no hacerlo en soledad.


La importancia de expresar lo que sentimos

Hablar de lo que nos duele, de lo que extrañamos, de lo que hubiéramos querido decir o hacer, es una parte fundamental del proceso de sanación. Las palabras tienen el poder de liberar, de conectar, de hacernos sentir vistos y comprendidos.

En el entorno familiar, muchas veces evitamos hablar de la persona que partió por miedo a hacer daño, por temor a que el otro sufra más. Sin embargo, el silencio no alivia el dolor, solo lo esconde. Hablar desde el corazón, compartir recuerdos, llorar juntos, abrazarse sin decir nada… todo eso construye una red emocional que sostiene y fortalece.


Apoyarse en familia: sanar juntos y dejar atrás las heridas

La pérdida también puede revelar tensiones, heridas antiguas o dificultades no resueltas entre los miembros de la familia. En medio del dolor, es fácil que surjan reproches, que se reabran conflictos o que la distancia emocional aumente. Pero también es una oportunidad: una invitación a mirarnos como humanos, frágiles, heridos y necesitados de afecto.

Perdonar, acercarse, pedir disculpas, comprender los silencios del otro, dejar atrás viejas rencillas… todo esto forma parte del trabajo emocional que una pérdida puede motivar. Y aunque no es fácil, reconciliarse con los demás y con uno mismo es una manera poderosa de honrar al ser querido que partió.


La vida sigue, pero no como antes: sigue con sentido

Uno de los desafíos más grandes del duelo es retomar la vida después de la pérdida. No se trata de "superar" la muerte, como si fuera una etapa que simplemente pasa, sino de integrar esa experiencia a nuestra historia, transformarla en amor, en memoria, en crecimiento.

La vida continúa, sí. Pero no es la misma. Y eso está bien. El duelo nos cambia, nos transforma. Nos obliga a detenernos, a mirar hacia dentro, a preguntarnos qué sentido tiene lo que vivimos y hacia dónde queremos ir ahora.

Muchas veces, luego de un duelo profundo, las personas descubren nuevas formas de vivir, nuevas prioridades, nuevos vínculos, y hasta una renovada espiritualidad. El amor que recibimos del ser que partió no se pierde: se transforma en la manera en que elegimos vivir desde su ausencia.


Un mensaje final: que el dolor no nos divida, que la ausencia nos una

Perder a alguien que amamos nos deja una herida. Pero también nos deja un legado. La forma en que esa persona vivió, lo que nos enseñó, lo que compartimos, lo que aún vive en nosotros, puede ser faro y guía.

Que podamos permitirnos llorar, hablar, sanar y recordar. Que el duelo no sea un motivo de separación, sino una oportunidad para unirnos como familia. Porque la vida, aunque duela, siempre se abre camino cuando hay amor y acompañamiento.


Con Amor, tu nieta Vivian.

Mg. Psicología Clínica.

@PsicoVivianBetancur

+57 312 799 9943

 
 
 

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